No obstante, mis queridos colegas de la red, no es su aportación binaria -al menos, no del todo- lo que hace que mis gónadas pierdan la potencia que un jabalí necesita para ejercer su dominio en la manada. No. Los que me provocan la necesidad de engullir carbón hasta exhalar fuego por el ombligo son los publicanos y fariseos dizque poetas que se reúnen a vomitar estúpidas maravillas de lo que le pareció lo que acaban de leer. Por favor, póngase en mi situación por un segundo: he ingresado a un blog que me presenta un poema hermoso de autoría de quien lo publicó, para luego toparme con comentarios como: "Me parece excelente lo que quieres decir con esto, tienes una forma increíble de ver el mundo y deberíamos aprender de vos", "esto, si uno lo analiza bien, da miedo", "sin duda alguna, el mejor poema que has publicado :D!!!" (este último comentario me parece harto gracioso, pues las estadísticas me dicen que el mismo individuo ha publicado la misma lambisconería para cada entrada que le haya gustado).
No crea que me he quedado estancado en los simples -pinches- comentarios. He ido un poco más allá al investigar el porqué de estas ladillas "pixeleadas", y he llegado a la conclusión de que estas personas comentan por los siguientes motivos:
1) Porque de verdad les gustó el poema y quieren dar sus felicitaciones al autor.
2) Porque buscan que otra gente visite sus blogs.
3) Porque son lambiscones.
4) Porque creen que, llevándose con el autor de blog, tendrán más caché virtual.
5) Porque el autor es miembro de un grupo cerrado de "camaradas" cuyo propósito es hacerla de Cervantes con su Don Quijote.
7) Porque no pueden dejar pasar la oportunidad de pasar de "talegones".
6) Porque Dios lo quiere.
De las cinco propuestas que he zampado anteriormente, la que tolero es la número uno. Ahora bien, usted pensará que defiendo esa puesto que conlleva una alabanza, y afirmará que estoy resentido porque quizá a mí no me llueve maná del cielo. Pues si usted fuera un fiel seguidor de mi tabernáculo "blogspotero" se daría cuenta de que recibo más puteadas que apretones de mano, y eso me mantiene contento, ya que así me doy cuenta de lo que de verdad piensa el público. Notará, también, que no enumeré la opción de "para señalar cosas que puedan mejorarse, o expresar su descontento con los publicado por el autor". Esto es porque, en el 96% de los blogs visitados, nunca encontré opiniones en contra de la entrada en cuestión.
Algún Helios o alguna Perséfone me crucificará exclamando que este engendro de Satanás está en contra de la libre expresión. Otra vez, mal. Yo defiendo el libre tráfico de pensamiento con la misma entrega que un varón luchando porque no lo conviertan en eunuco. ¿Qué es lo que quise decir, entonces? Es muy sencillo: antes de publicar un comentario en un blog de este tipo, procure, primero, masturbar su mente para que eyaculen sus ideas. La homilía ha terminado, podéis ir en paz. Amén.
Chepe