jueves, 11 de agosto de 2011

El Salvador, hoy (parte 4)

Buenos días, mis bienamados y bienamadas. Antes de que broten los reclamos, sí: faltan la segunda parte sobre los hombres y la cuarta de la educación, y quién sabe qué putas más. Parecerá excusa, pero sufro en carne propia las mieles de trabajar en la madrugada por unos cuantos dólares más. Por supuesto, como un estudiante de comunicaciones de cuarto año, debería estar buscando un trabajo social y profesionalmente más rentable y gratificante, pero en este país somos tan animales que exigimos experiencia laboral al recién graduado, y a menos de que para eso cuente trabajar en Starbucks o volarse la gallarda paloma –ambos trabajos loables-, entonces estamos jodidos.


A eso, precisamente, va mi entrada de hoy: cómo la mediocridad se eleva por sobre los cánones de la decencia. Debo aclarar que no solo me refiero a esta en cuanto a destrezas laborales , sino también intelectuales. ¿Quién putas soy yo para sancionar los siguientes decretos? Pues bien, si Dios fue capaz de abandonar a Jesús mientras pendía de la cruz, si hay público para ir a ver Los Pitufos y si la muerte aún sigue jugando al ajedrez con Castro, pues entonces el más preclaro de los gordos cerotes –léase: yo- tiene tanta potestad de hablar majaderías como la del dólar de residir en la faja de una bailarina del LIPS. Comienzo.


Mediocridad laboral


Para que usted se dé cuenta de qué tan tóxica es la idea del salvadoreño vulgar –redundancia, lo siento- a la hora de evaluar su ambiente laboral, es pertinente mentalizarse en que el ascenso (al igual que los aumentos salariales) no se consideran escalones en tanto que dádivas. Un ejemplo de esto es escuchar a la vieja puta con personalidad de trapeador que tiene a su lado hacer el escándalo diario sobre cómo, después de trabajar durante 40 años en la misma compañía, no ha hecho más que archivar documentos en un escaparate. Que nunca se apreció su valor en la empresa. Que su conocimiento de la logística (palabra que seguramente aprendió en alguna telenovela) del entorno la haría una excelente supervisora. ¡Ea! Un papagayo con un ancla en el culo hundiéndose en ultramar resultaría menos grosero.


No nos quedemos con este modelo, que hay otros peores. Enfoquémonos en el periodismo salvadoreño. Desde antes de la guerra, esta disciplina –ojo, que no ciencia, necedad que cierto cabrón estúpido establecería como perogrullada ante mis compañeros de clase- se ha ocupado para dar acogida económica a aquellos que por deficiencias intelectuales o económicas no pudieron ejercer estudios superiores… en el caso de haberse graduado de bachilleres. En un país tercermundista como este, con el conflicto armado cocinándose, Monseñor Romero descendiendo al averno y el clima político enervándose, no es raro que la rebusca por un empleo que satisficiera las más básicas necesidad de supervivencia dirigiera a muchos al periodismo. A fin de cuentas, ¿qué cuesta irse a parar frente a una pila de muertos, preguntar a unos cuantos qué paso y hacer una nota periodística? Sin menospreciar este tipo de acercamiento, que en un contexto tan peligroso como el ya establecido era casi como firmar el suicidio, reconozco que es un sistema que debió haberse abolido –o, al menos, reducido- luego de terminado el armisticio, no porque no sea efectivo, sino porque se necesitaba un tipo de periodismo más profundo, deliberado y libre de tendencias radicales adquiridas durante las últimas dos décadas.


Por desgracia, los mercenarios de la pluma siguieron brotando durante los noventa y aún en la pasada década, alimentados por los fósiles remanentes del caso anteriormente expuestos. ¿Quiere encontrarlos? No vaya muy lejos, solo fíjese quiénes dirigen dos de los grandes periódicos del país con tendencias políticas muy diferentes: Francisco Valencia, del Diario CoLatino, a quien debería rebautizarse como Bob Esponja en honor a sus buenas intenciones con poco menos que torpes resultados; mientras tanto, en el Diario de Hoy, tenemos a Enrique Altamirano, con un acervo cultural envidiable pero con el sentido común de un mascón para retrete. Ambos, vistos por sus respectivos apóstoles, como héroes del periodismo. Apóstoles, por cierto, que siguen ocupando la palabra bizarro como sinónimo de extraño. Para su información, porque a lo mejor usted tampoco lo sabía, bizarro significa valiente. Ya ve, aprendió algo nuevo en este relleno sanitario que manejo.


Mediocridad Intelectual


“Habilitar el matrimonio entre personas del mismo sexo sería romper las últimas líneas de defensa moral de la sociedad salvadoreña” – Rodolfo Parker dixit


Estoy consciente de que Rodolfo Parker es uno de mis fetiches, pero no porque piense que el tipo es un completo idiota. No quiero parecer blando, a lo mejor el hombre tiene alguna característica redimible; desgraciadamente, cada vez que opina sobre algo tiende a dejar sus habilidades cognitivas en seria evidencia. El tema de las uniones entre parejas homosexuales es un termómetros intelectual bastante fiable. Pregúntele a su conservador más cercano qué piensa del amancebamiento gay, y luego sobre el matrimonio: será como haberle dado palomitas de maíz con fulminantes.


Hace un par de meses, mientras estaba chupando yo solo en el Friday’s, tuve el honor de asistir a un convite de ilustres trogloditas que se encontraban en otra mesa, quienes discutían y razonaban a un nivel tal que ni la intromisión de un Deus Ex Machina hubiera logrado detener semejante eclosión de astros. Le presento, de la manera más íntegra que pueda, el evangelio de esta pléyade de semidioses:


Mujer 1: Ay, no. Es que cómo se está poniendo de moda eso de hacerse gay vea.

Hombre 2: Puta, de plano que sí. No hace poco el Charlie salió culero.

Hombre 1: Men, desde que me di cuenta ya no lo puedo ver a los ojos.

Mujer 2: Y no solo él, mira la Tita, acordate que después alli salió con esa su noviecita…

Mujer 1: Ah, pero eso es pasable; o sea, entre dos mujeres está bien, pero ya entre dos hombres…

Hombre 1: ¡Es que da asco!

Mujer 2: ¡Cabal!



Gloria y honor a ti, señor Jesús.


No quiero hostigar más reescribiendo esa tupida plática, pero la conclusión llegó cuando, en unísono, proclamaron el axioma de poco ornato de que está bien que vivan juntos, pero jamás que sean reconocidos como un núcleo familiar oficial, y mucho menos que se les deje adoptar niños. Razones –palabra ocupada con mucha soltura-, varias: que faltaría la figura materna/paterna, que el niño/a se haría homosexual, que sería una vergüenza en el colegio, qué pensaría el Vaticano, que habría confusión al ver a los demás compañeros. Cháchara. Esta misma gente es la que sostiene que los homosexuales no podrán estar a la diestra de Dios. Ah, mire qué vergón. O sea, ¿Dios los crea y después los manda a la mierda? Hay quien se excusa de que está en la Biblia y –¡no más!- desde el Antiguo Testamento, especialmente en libros como el Levítico y el Deuteronomio. Para el Aníbal de turno que siquiera espete semejantes estupideces, cabe recordarle que el Dios mostrado en ambos testamentos es muy diferente; bipolar, si lo quiere más chic. Pablo de Tarso no cuenta para mí, porque un cristiano que se precie de seguir a Jesús no necesita de un “perfeccionamiento” de su doctrina porque, a fin de cuentas, ¿no es suficientemente perfecta su enseñanza al ser el hijo del Altísimo? Hay quién dirá que el término "adulterio" se aplica también en relaciones homosexuales a lo largo de la Biblia, pero eso ya es meterse en batallas semánticas que, obviamente, no ganaré.


Lo triste es que el fanatismo religioso (mal llamado ética en algunos ambientes universitarios) se está extendiendo hacia la medicina. Nada nuevo, a fuerza de ser honestos, pero peligroso. Caer en un nuevo oscurantismo científico solo porque Dios se va a enojar sería un error descomunal. Un buen amigo mío, con una retentiva envidiable y un excelente desempeño en su génesis hipocrático, publicó en Facebook un artículo en el que se hablaba sobre cierta manipulación genética que podría ayudar a combatir enfermedades de toda índole (no recuerdo bien los beneficios). Comentó, debajo de su misma publicación, que reconocía la relevancia de dicha investigación pero que, a su vez, no era correcto porque era jugar con lo que no nos incumbía. Un par de sus compañeros le hicieron el ídem y hasta un catedrático aportó un genial “por que pueda hacerse, no necesariamente debe hacerse”. Me encantaría haberlo puesto tal y como sucedió, pero cuando comenté “Galileo Galilei te manda saludos de parte de la Inquisición”, mi amigo borró la publicación. Él sabe que lo aprecio bastante, pero no tengo ningún inconveniente en citar este pasaje para efectos de comprensión.


El salvadoreño se precia de ser trabajador, ¿sabe? A pesar de que detesto la exclusividad continental del gusto hacia el trabajo, me parece aún más repugnante escuchar la vanagloria regional por tener los mejores centros comerciales. ¿Tiene idea de cómo le vendieron El Salvador a una muchachita colombiana? “Un Estados Unidos, ¡pero en chiquito!” (sin aras de ofender, pues fueron sus papás, también colombianos, los que hicieron tal recomendación. Noten hasta qué punto estamos transmitiendo nuestro gen orate). Los monstruos que suelen defender a El Salvador como el mejor país de Centroamérica por la razón antes mencionada a lo mejor no caen en cuenta de que el turista promedio viene a estos países a explorar fauna y flora para ellos solo conocida en postales o fotos; claro, estos emires son los que rendían pleitesía por el rostro de Ramón Valdés (Don Ramón) para acabar con las extorsiones de las maras.


**


Permítame dejar el texto hasta aquí, mi cabeza no da más. Prometo escribir más seguido, para quien aún esté interesado.


Chepe


PD: Aunque no le importe, me siento increíblemente feliz de haber vuelto a escribir. No es sarcasmo: en mi estado, consideraba imposible hilvanar un texto de esta extensión de nuevo. Gracias por leer.

9 comentarios:

Ramón Valdés dijo...

Caray señor Barriga: ¡Ahora si que no le voy a poder pagar la renta!

chavo del ocho dijo...

eso eso eso, ron damon esto me guele a blog gay

Anónimo dijo...

el que escribio esta mierda es un resentido que se lo piso algun pastor cuando estaba bicho.

Chepe dijo...

Al contrario, si de hecho me pisara un pastor estaría contento. No hay nada más divino que recibir un semen tan sagrado.

Boquitas Diana dijo...

este maje cree que es el unico preparado academicamente en este pais. ayyy nooo presente un texto en la ESEN y todos ustedes son unos ignorantes de mi preparacion. ya vas ha aparecer con una respuesta pendeja como si a alguien le interesara estas mierdas

Churrito Tullido dijo...

yo digo que es falta de pise por parte del escritor y ahuevo ya aparecera defendiendose o poniendo queja para que lo vengan a defender

Chepe dijo...

Me encantan los nicks de los últimos dos anónimos (¿ven? Yo también puedo comentar cosas inservibles).

Ferit Orhan P. dijo...

La mediocridad empieza en nuestra cultura "hechiza".
El nacionalismo, cáncer del mundo.

DiegoNMurcia dijo...

bueno me gusta tu publicación, pero creo que deberias cerrar el tema en algo mas global y no hacerlo parte por parte, digo sabemos que el tema de fondo acá es que El Salvador es un país tradicionalista y sin cultura. FIN